Álgebra de Baldor
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ALGEBRA DE BALDOR
álgebra de Baldor Á L G E B R A D E BALDOR álgebra de Baldor
¡Bienvenidos a esta página web donde estoy publicando el procedimiento y solución, paso a paso, de los ejercicios y problemas enunciados en el libro de álgebra del profesor Aurelio Baldor. -Juan Beltrán-
Índice temático
Índice temático de los 305 Ejercicios enunciados en el álgebra de Baldor:
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C Á L C U L O 2 1
“Inicio de tu camino en el conocimiento del cálculo”
¿Qué es el álgebra y para qué sirve?
El álgebra es una rama de las matemáticas que se ocupa de estudiar las relaciones entre variables, expresiones y símbolos, y de manipular estas relaciones mediante operaciones matemáticas para obtener soluciones a problemas y ecuaciones.
El álgebra utiliza letras y símbolos para representar números y variables desconocidas, lo que permite abordar una gran variedad de situaciones y problemas matemáticos de una manera más general y abstracta. Así, el álgebra nos ayuda a modelar fenómenos naturales o artificiales que involucran cantidades o magnitudes variables.
El álgebra se aplica en diversas áreas, como la física, la ingeniería, la economía y la informática, entre otras, y se utiliza para resolver problemas que involucran ecuaciones, sistemas de ecuaciones, desigualdades y funciones, entre otros conceptos. Por ejemplo, el álgebra nos permite encontrar la velocidad o el tiempo de un objeto en movimiento a partir de su posición o aceleración; calcular el interés o el beneficio de una inversión a partir del capital inicial o la tasa; diseñar algoritmos o programas informáticos que realicen cálculos complejos; etc.
En resumen, el álgebra es una herramienta fundamental de las matemáticas que nos permite resolver problemas que involucran relaciones entre variables y expresiones de forma sistemática y eficiente y generalizar los resultados obtenidos, y es una base esencial para el estudio de muchas otras áreas de las matemáticas y de las ciencias en general.
Además de lo anterior, el álgebra tiene una larga e interesante historia que se remonta a la antigua civilización babilónica, donde se desarrollaron los primeros métodos algorítmicos para resolver ecuaciones lineales y cuadráticas. El término “álgebra” proviene del título del libro escrito por el matemático persa Muhammad ibn Musa al-Jwarizmi en el siglo IX, considerado como uno de los fundadores del álgebra moderna. A lo largo de los siglos, el álgebra ha evolucionado gracias a las contribuciones de muchos otros matemáticos como Diofanto, Fermat, Descartes, Euler o Gauss, entre otros.
Finalmente cabe mencionar que el álgebra no es una disciplina homogénea sino que se divide en varias ramas según los objetos o estructuras algebraicas que estudia. Algunas ramas importantes del álgebra son: el álgebra elemental, que introduce los conceptos básicos como ecuaciones e incógnitas; el álgebra lineal, que estudia vectores, matrices y sistemas lineales; el álgebra abstracta, que analiza propiedades generales como grupos, anillos o cuerpos; el álgebra vectorial, que trata operaciones con vectores en espacios euclidianos; el álgebra tensorial, que extiende las nociones anteriores a espacios más generales; el álgebra multilinear, que estudia funciones multilineales como determinantes o formas bilineales; el álgebra homológica, que utiliza técnicas abstractas para medir propiedades topológicas; el álgebra conmutativa, que se enfoca en anillos conmutativos como los polinomios; el álgebra diferencial, que combina derivadas con operaciones algebraicas; y el álgebra booleana, que modela la lógica binaria.
El álgebra de Baldor es un libro de matemáticas escrito por el profesor cubano Aurelio Baldor. Se publicó por primera vez en 1941 y desde entonces se ha convertido en un clásico de la enseñanza del álgebra en América Latina. El libro contiene una introducción teórica a cada tema, seguida de una serie de ejemplos resueltos y una colección de ejercicios propuestos para el estudiante. En total, el libro tiene 5790 ejercicios, que equivalen a 19 ejercicios en cada sección en promedio.
El libro está dirigido a estudiantes de secundaria y preparatoria, así como a profesores y aficionados a las matemáticas
El álgebra de Baldor tiene una portada tradicional con la imagen del matemático persa Al Juarismi, considerado como el padre del álgebra. Algunas personas pensaban que el libro había sido escrito por algún árabe debido a esta portada. Además del álgebra de Baldor, también existen los libros de aritmética de Baldor enfocado a las matemáticas para primaria; la geometría y trigonometría de Baldor.
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Ejercicios sobre cantidades positivas y negativas: 1, 2 y 3
Nomenclatura algebraica: 4
Clasificación de las expresiones algebraicas: 5
Clases de polinomios: 6
Reducción de términos semejantes: 7, 8, 9 y 10
Ejercicios sobre notación algebraica: 14
Suma de monomios: 15
Suma de polinomios: 16, 17 y 18
Suma de polinomios y valor numérico: 19
Resta de monomios: 20
Suma y resta combinadas: 27, 28, 29 y 30
Multiplicación de monomios: 35, 36, 37, 38
Multiplicación de polinomios por monomios: 39 y 40
Multiplicación de polinomios por polinomios:
División de monomios: 49, 50 y 51
División de polinomios por monomios: 52 y 53
Valor numérico de expresiones algebraicas: 60
Miscelánea sobre suma, resta, multiplicación y división: 61
Miscelánea sobre productos notables: 68
Miscelánea sobre cocientes notables: 73
Teorema del residuo: 74
División sintética: 75
Corolarios del teorema del residuo: 76 y 77
Ecuaciones enteras de primer grado con una incógnita: 78, 79 y 80
Miscelánea sobre ecuaciones enteras de primer grado con una incógnita: 81
Problemas sobre ecuaciones enteras de primer grado con una incógnita: 82, 83, 84, 85, 86, 87
Miscelánea sobre problemas de ecuaciones enteras de primer grado ...: 88
Descomposición factorial: 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109 y 110
Miscelánea sobre los 10 casos de descomposición en factores: 106
Máximo común divisor de monomios: 111
Máximo común divisor de polinomios: 112, 113 y 114
Mínimo común múltiplo de monomios: 115
Mínimo común múltiplo de monomios y polinomios: 116
Mínimo común múltiplo de polinomios: 117
Resta de fracciones: 128 y 129
Suma y resta combinada de fracciones: 130 y 131
Multiplicación de fracciones: 132 y 133
División de fracciones: 134 y 135
Multiplicación y división combinadas de fracciones: 136
Simplificación de fracciones complejas: 137 y 138
Formas indeterminadas: 139
Miscelánea sobre fracciones: 140
Ecuaciones numéricas fraccionarias de primer grado con una incógnita: 141 y 142
Ecuaciones literales de primer grado con una incógnita: 143 y 144
Problemas sobre ecuaciones fraccionarias de primer grado: 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 156 y 157
Miscelánea sobre problemas de ecuaciones de primer grado: 158
Problema de los móviles: 159
Desigualdades e inecuaciones: 164 y 165
Representación gráfica de las funciones: 168, 169 y 170
Aplicaciones prácticas de las gráficas: 171 y 172
Ecuaciones indeterminadas: 173
Problemas sobre ecuaciones indeterminadas: 174
Representación gráfica de una ecuación lineal: 175
Sistemas de tres ecuaciones simultáneas de primer grado con tres incógnitas: 186, 187, 188 y 191
Coordenadas cartesianas de un punto en el espacio: 189 y 191
Representación gráfica de una ecuación de primer grado con tres variables: 190
Sistemas de cuatro ecuaciones simultáneas de primer grado con cuatro incógnitas: 192
Miscelánea de problemas que se resuelven por ecuaciones simultáneas: 203
Calculo del número de combinaciones de m elementos tomados n a n: 204
Potencia de un monomio: 205
Cuadrado de un binomio: 206
Cubo de un binomio: 207
Cuadrado de un polinomio: 208
Cubo de un polinomio: 209
Binomio de Newton: 210
Triángulo de Pascal: 211
Término general: 212
Raíz de un monomio: 213
Raíz cúbica de polinomios: 216 y 217
Introducción de cantidades bajo el signo radical: 234
Reducción de radicales al mínimo común índice: 235 y 236
Reduccción de radicales semejantes: 237
Suma y resta de radicales: 238 y 239
Radicación de radicales: 246
Racionalización (expresiones conjugadas): 247, 248 y 249
Resolución de ecuaciones con radicales: 251 y 252
Simplificación de imaginarias puras: 253
Suma y resta de imaginarias puras: 254
Multiplicación de imaginarias puras: 255
División de imaginarias puras: 256
Suma de cantidades complejas: 257 y 258
Diferencia de cantidades complejas: 259 y 260
Productos de cantidades complejas: 261 y 262
División de expresiones complejas: 263
Representación gráfica de las cantidades complejas: 264
Ecuaciones con radicales que se reducen a segundo grado: 273
Representación y solución gráfica de ecuaciones de segundo grado: 274
Problemas que se resuelven por ecuaciones de segundo grado: 275
Carácter de las raíces de la ecuación de segundo grado: 276 y 277
Dadas las raíces de una ecuación de segundo grado, determinar la ecuación: 278
Dada la suma y el producto de dos números, hallar el número: 279
Descomponer un trinomio en factores hallando las raíces: 280
Representación gráfica de las variaciones del trinomio de segundo grado: 281
Resolución de ecuaciones binomias: 282
Resolución de ecuaciones trinomias: 283 y 284
Transformación de radicales dobles: 285
Aurelio Baldor
Aurelio Baldor
(1.906 - 1.978), el autor del libro que más terror despierta en los estudiantes de bachillerato de toda Latinoamérica, no nació en Bagdad. Nació en La Habana, Cuba, y su problema más difícil no fue una operación matemática, sino la revolución de Fidel Castro. Esa fue la única ecuación inconclusa del creador del Algebra de Baldor, un apacible abogado y matemático que se encerraba durante largas jornadas en su habitación, armado sólo de lápiz y papel, para escribir un texto que desde 1941 aterroriza y apasiona a millones de estudiantes de toda Latinoamérica.
El Algebra de Baldor, aun más que El Quijote de la Mancha, es el libro más consultado en los colegios y escuelas desde Tijuana hasta la Patagonia. Tenebroso para algunos, misterioso para otros y definitivamente indescifrable para los adolescentes que intentan resolver sus "misceláneas" a altas horas de la madrugada, es un texto que permanece en la cabeza de tres generaciones que ignoran que su autor, Aurelio Angel Baldor, no es el terrible hombre árabe que observa con desdén calculado a sus alumnos amedrentados, sino el hijo menor de Gertrudis y Daniel, nacido el 22 de octubre de 1906 en La Habana, y portador de un apellido que significa "valle de oro" y que viajó desde Bélgica hasta Cuba sin tocar la tierra de Scherezada.
Baldor, el grande
Daniel Baldor reside en Miami y es el tercero de los siete hijos del célebre matemático. Inversionista, consultor y hombre de finanzas, Daniel vivió junto a sus padres, sus seis hermanos y la abnegada nana negra que los acompañó durante más de cincuenta años, el drama que se ensañó con la familia en los días de la revolución de Fidel Castro.
"Aurelio Baldor era el educador más importante de la isla cubana durante los años cuarenta y cincuenta. Era fundador y director del Colegio Baldor, una institución que tenía 3.500 alumnos y 32 buses en la calle 23 y 4, en la exclusiva zona residencial del Vedado. Un hombre tranquilo y enorme, enamorado de la enseñanza y de mi madre, quien hoy lo sobrevive, y que pasaba el día ideando acertijos matemáticos y juegos con números", recuerda Daniel, y evoca a su padre caminando con sus 100 kilos de peso y su proverbial altura de un metro con noventa y cinco centímetros por los corredores del colegio, siempre con un cigarrillo en la boca, recitando frases de Martí y con su álgebra bajo el brazo, que para entonces, en lugar del retrato del sabio árabe intimidante, lucía una sobria carátula roja.
Los Baldor vivían en las playas de Tarará en una casa grande y lujosa donde las puestas de sol se despedían con un color distinto cada tarde y donde el profesor dedicaba sus tardes a leer, a crear nuevos ejercicios matemáticos y a fumar, la única pasión que lo distraía por instantes de los números y las ecuaciones. La casa aún existe y la administra el Estado cubano. Hoy hace parte de una villa turística para extranjeros que pagan cerca de dos mil dólares para pasar una semana de verano en las mismas calles en las que Baldor se cruzaba con el "Che" Guevara, quien vivía a pocas casas de la suya, en el mismo barrio.
"Mi padre era un hombre devoto de Dios, de la patria y de su familia", afirma Daniel. "Cada día rezábamos el rosario y todos los domingos, sin falta, íbamos a misa de seis, una costumbre que no se perdió ni siquiera después del exilio". Eran los días de riqueza y filantropía, días en que los Baldor ocupaban una posición privilegiada en la escala social de la isla y que se esmeraban en distribuir justicia social por medio de becas en el colegio y ayuda económica para los enfermos de cáncer.
Algebra del exilio
El 2 de enero de 1959 los hombres de barba que luchaban contra Fulgencio Batista se tomaron La Habana. No pasaron muchas semanas antes de que Fidel Castro fuera personalmente al Colegio Baldor y le ofreciera la revolución al director del colegio. "Fidel fue a decirle a mi padre que la revolución estaba con la educación y que le agradecía su valiosa labor de maestro..., pero ya estaba planeando otra cosa", recuerda Daniel.
Los planes tendría que ejecutarlos Raúl Castro, hermano del líder del nuevo gobierno, y una calurosa tarde de septiembre envió a un piquete de revolucionarios hasta la casa del profesor con la orden de detenerlo. Sólo una contraorden de Camilo Cienfuegos, quien defendía con devoción de alumno el trabajo de Aurelio Baldor, lo salvó de ir a prisión. Pero apenas un mes después la familia Baldor se quedó sin protección, pues Cienfuegos, en un vuelo entre Camagüey y La Habana, desapareció en medio de un mar furioso que se lo tragó para siempre.
"Nos vamos de vacaciones para México, nos dijo mi papá. Nos reunió a todos, y como si se tratara de una clase de geometría nos explicó con precisión milimétrica cómo teníamos que prepararnos. Era el 19 de julio de 1960 y él estaba más sombrío que de costumbre. Mi padre era un hombre que no dejaba traslucir sus emociones, muy analítico, de una fachada estricta, durísima, pero ese día algo misterioso en su mirada nos decía que las cosas no andaban bien y que el viaje no era de recreo", dice el hijo de Baldor.
Un vuelo de Mexicana de Aviación los dejó en la capital azteca. La respiración de Aurelio Baldor estaba agitada, intranquila, como si el aire mexicano le advirtiera que jamás regresaría a su isla y que moriría lejos, en el exilio. El profesor, además del dolor del destierro, cargaba con otro temor. Era infalible en matemáticas y jamás se equivocaba en las cuentas, así que si calculaba bien, el dinero que llevaba le alcanzaría apenas para algunos meses. Partía acompañado de una pobreza monacal que ya sus libros no podrían resolver, pues doce años atrás había vendido los derechos de su álgebra y su aritmética a Publicaciones Culturales, una editorial mexicana, y había invertido el dinero en su escuela y su país. La lucha empezaba.
Los Baldor, incluida la nana, se estacionaron con paciencia durante 14 días en México y después se trasladaron hasta Nueva Orleans, en Estados Unidos, donde se encontraron con el fantasma vivo de la segregación racial. Aurelio, su mujer y sus hijos eran de color blanco y no tenían problemas, pero Magdalena, la nana, una soberbia mulata cubana, tenía que separarse de ellos si subían a un bus o llegaban a un lugar público.
Aurelio Baldor, heredero de los ideales libertarios de José Martí, no soportó el trato y decidió llevarse a la familia hasta Nueva York, donde consiguió alojamiento en el segundo piso de la propiedad de un italiano en Brooklyn, un vecindario formado por inmigrantes puertorriqueños, italianos, judíos y por toda la melancolía de la pobreza. El profesor, hombre friolento por naturaleza, sufrió aun más por la falta de agua caliente en su nueva vivienda, que por el desolador panorama que percibía desde la única ventana del segundo piso.
La aristocrática familia que invitaba a cenar a ministros y grandes intelectuales de toda América a su hermosa casa de las playas de Tarará, estaba condenada a vivir en el exilio, hacinada en medio del olvido y la sordidez de Brooklyn, mientras que la junta revolucionaria declaraba la nacionalización del Colegio Baldor y la expropiación de la casa del director, que sirvió durante años como escuela revolucionaria para formar a los célebres "pioneros". La suerte del colegio fue distinta. Hoy se llama Colegio Español y en él estudian 500 estudiantes pertenecientes a la Unión Europea. Ningún niño nacido en Cuba puede pisar la escuela que Baldor había construido para sus compatriotas.
Lejos de la patria
Aurelio Baldor trató en vano de recuperar su vida. Fue a clases de inglés junto a sus hijos a la Universidad de Nueva York y al poco tiempo ya dictaba una cátedra en Saint Peters College, en Nueva Jersey. Se esforzó para terminar la educación de sus hijos y cada uno encontró la profesión con que soñaba: un profesor de literatura, dos ingenieros, un inversionista, dos administradores y una secretaria. Ninguno siguió el camino de las matemáticas, aunque todos continuaron aceptando los desafíos mentales y los juegos con que los retaba su padre todos los días.
Con los años, Baldor se había forjado un importante prestigio intelectual en los Estados Unidos y había dejado atrás las dificultades de la pobreza. Sin embargo, el maestro no pudo ser feliz fuera de Cuba. No lo fue en Nueva York como profesor, ni en Miami donde vivió su retiro acompañado de Moraima, su mujer, quien hoy tiene 89 años y recuerda a su marido como el hombre más valiente de todos cuantos nacieron en el planeta. Baldor jamás recuperó sus fantásticos cien kilos de peso y se encorvó poco a poco como una palmera monumental que no puede soportar el peso del cielo sobre sí. "El exilio le supo a jugo de piña verde. Mi padre se murió con la esperanza de volver", asegura su hijo Daniel.
El autor del Algebra de Baldor se fumó su último cigarrillo el 2 de abril de 1978. A la mañana siguiente cerró los ojos, murmuró la palabra Cuba por última vez y se durmió para siempre. Un enfisema pulmonar, dijeron los médicos, había terminado con su salud. Pero sus siete hijos, quince nietos y diez biznietos, siempre supieron y sabrán que a Aurelio Baldor lo mataron la nostalgia y el destierro.
(Revista Dinners, Colombia-2000).
Por: Juan Carlos Beltrán Beltrán
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